jueves, 8 de septiembre de 2011

Agustí Centelles: El fotoperiodismo nació en el frente


Los hijos de Centelles junto a la hija y la nieta del guardia de asalto. 
EFE/Andreu Dalmau

El fotoperiodismo nació en el frente



Si tus fotos no son suficientemente buenas, es que no estabas suficientemente cerca». Robert Capa, autor del aserto, y otros muchos, sí lo estuvieron mientras cubrían la Guerra Civil Española en dos vertientes: como fotógrafos y como personas comprometidas con el sufrimiento humano. Ellos se jugaron la vida en el frente de batalla al tiempo que abrían un inédito capítulo en la historia de la imagen. Con su forma de trabajar nació el fotoperiodismo, un nuevo campo, abonado por las circunstancias (inexistencia de censura y de televisión) y el surgimiento en Francia, Gran Bretaña y en Estados Unidos de las revistas ilustradas, que dejaría impronta internacional. La innovación no solo consistió en disparar bajo el ensordecedor sonido de bombardeos y fusiles, sino en el uso de cámaras ligeras y transportables que ahorraban el engorroso trípode. Capa, el gran fotógrafo de la contienda, inmortalizó con su 'Leica' escenas inenarrables, al igual que hizo Agustí Centelles con el mismo aparato que tuvo que comprar a plazos. Escenas tan impactantes e inolvidables en la retina de mundo entero como ese contrapicado del miliciano abatido en una colina en 1936 o el disparo de tres guardias de asalto parapetados contra dos caballos muertos, en pleno centro de Barcelona, el 19 de julio del mismo año. A pesar de que ambas imágenes, la primera de Capa y la segunda del llamado 'Capa catalán', incluidas en el libro, hayan sido cuestionadas al dudar de la realidad o montaje de las escenas, las dos se han convertido en iconos gráficos de esa lucha fratricida que abrió a España en canal aquel 18 de julio de 1936, día del Alzamiento Nacional, que resonó a campanas de guerra.
Con motivo del 75 aniversario de la trágica efeméride, el fotógrafo y profesor Paco Elvira ha buceado en miles y miles de instantáneas para seleccionar las más conmovedoras y reflexionar sobre la Guerra Civil y quienes la captaron con sus lentes, «un grupo de valerosos jóvenes llenos de coraje, talento y compromiso, algunos desconocidos, al no constar la autoría de muchas de las imágenes, que dejaron una huella indeleble en la historia de la fotografía», afirma. Sus esfuerzos han cristalizado en 'La Guerra Civil española. Imágenes para la historia', que Lunwerg Editores, del grupo Planeta, sacará a la luz el próximo martes.
No por ser de encargo Elvira ha dejado de emocionarse. Profesional curtido en contiendas internacionales a través de numerosos reportajes gráficos publicados en diferentes medios de comunicación, a veces no daba crédito a sus hallazgos al toparse con imágenes apenas conocidas, como la que capta un submarino hundiéndose como el 'Titanic' y la gente nadando alrededor -«no sabía que en nuestra guerra hubieran intervenido»-, otras dos sobre bombardeos aéreos tomadas desde el aire o las de los 'retrateros' que deambulaban por el corazón del conflicto bélico y de los que nunca se sabrá su nombre.
Cien fotografías seleccionadas entre el ingente material que custodian centros de documentación nacionales e internacionales, archivos privados y revistas de ilustración. Ahí están los latidos de Capa, fallecido al explotar una mina en Indochina, en 1954; los de su compañera Gerda Taro, que murió en la batalla de Brunete; de David Seymour 'Chim', cofundador en 1947 de la agencia Magnum y ametrallado durante la crisis del Canal de Suez, en 1956; de Agustí Centelles, condenado al exilio o de Santos Yubero, que fotografiaría después la vida cotidiana de Madrid, y de tantos otros que contribuyeron a dar forma al fotoperiodismo moderno. «El trabajo ha sido emocionante, ahondar en la historia de nuestro país, de nuestros padres, de esas brigadas internacionales llenas de gente joven, idealistas que vinieron a luchar y que muchos murieron por la causa en la que creían...». Y convencerse todavía más de que en esta contienda nació «la fotografía moderna de reportaje» o fotoperiodismo, que no volvería a repetirse hasta la Guerra de Vietnam, casi treinta años después. «Fue la guerra más icónica, el primer conflicto bélico cubierto ampliamente por fotógrafos de todo el mundo». La 'Leica' y la 'Contax', primeras cámaras que utilizaban película de 35 milímetros, más sensibles, de 100 ASA, y que permitían captar escenas de acción e imágenes más dinámicas y espontáneas, además de que el tamaño reducido de las máquinas facilitaba que el fotógrafo pasara desapercibido. Ya no era necesario posar. Así lo revelan las miles de instantáneas tomadas en los tres años de una guerra que, como dice el escritor Ignacio Martínez de Pisón en el prólogo del libro, era irresistiblemente fotogénica: «Los uniformes de gala frente a la pegajosa suciedad de las trincheras, el gesto arrogante de los vencedores frente a los rostros crispados por el dolor o el miedo, la marcialidad de unos frente a la desesperación de otros, los niños que juegan a desfilar o a fusilar, los soldados que fusilan de verdad, la omnipresencia de cadáveres que convierte la muerte en algo trivial, la desolación de las madres... Un sobrecogedor espectáculo, cuya trágica plasticidad nos continúa cautivando y conmoviendo».

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