Centelles cuenta la guerra
La vida cotidiana en el campo de concentración francés de Bram en 1939 según Agustí Centelles, uno de los grandes fotógrafos de prensa de España en el siglo XX, se recoge en una exposición en la Diputación de Badajoz.
07/01/2011 L. BARRERA
- Fotos de Centelles en la prensa internacional.
Foto:AGUSTI CENTELLES I OSSO / VEGAP / CENTRO DOCUMENTAL DE LA MEMORIA HISTORICA
- Tareas cotidianas en el campo de concentración francés de Bram, en 1939.
Foto:AGUSTI CENTELLES I OSSO / VEGAP / CENTRO DOCUMENTAL DE LA MEMORIA HISTORICA
Durante décadas, una casa de la localidad francesa de Carccassone escondió la maleta que el fotógrafo Agustí Centelles (1909-1985) llenó de unos 13.000 negativos de la guerra civil. Comprometido con la causa republicana, había trabajado durante el conflicto para la Generalitat catalana y realizó reportajes en los frentes de guerra. En enero de 1939 cruzó la frontera con Francia, donde vivió precariamente (luchó en la resistencia) hasta su regreso a España en 1946.
Los primeros meses en territorio francés los pasó en el campo de concentración de Bram, donde montó un laboratorio fotográfico clandestino. Allí llevó a cabo la tarea de testimoniar la vida diaria de la prisión, que llegó a reunir a unos 18.000 españoles. Sesenta imágenes referidas a su estancia en Bram y a la guerra y posguerra civil española en Cataluña y su entorno se exponen en la sala de la Diputación de Badajoz hasta mediados de enero. Los hijos del fotógrafo, Agustí y Octavi, han propuesto a la Diputación de Cáceres exponer también esta muestra u otra similar en el futuro.
La exposición desnuda la experiencia carcelaria del propio fotógrafo y de sus compañeros de prisión durante aquellos meses que median entre su salida de España a principios de 1939 y el 13 de septiembre de aquel año, cuando gracias a un permiso pudo abandonar el campo.
.../...
(Durante su estancia en Bram, Centelles escribió un diario, del que aquí se reproducen algunos fragmentos: Desde el tren se ve un incontable número de barracones de madera colocados simétricamente (...). Todo el campo está rodeado por alambradas de espino (...). Nos alinean de cuatro en cuatro y nos conducen hacia la parte derecha del campo. (...) Unos veinte gendarmes registran toda clase de objetos y a las personas. Nuestro desfile por el paseo es contemplado por miles de refugiados que buscan al amigo, al conocido ).
Nacido en Valencia, Agustí Centelles desarrolló su vida en Barcelona. "Empezó desde la miseria. Era huérfano de madre y padeció escrofulismo (una enfermedad de los ganglios)", cuenta su hijo Sergi. En una compañía eléctrica donde trabajaba de botones vio a un hombre manejar una cámara y enseguida se sintió atraído por su uso.
Entró a trabajar en El Día Gráfico , donde aprendió de su maestro Badosa. Posteriormente se convirtió en free lance trabajando para los medios de la Barcelona de los años 30. Salía a las calles y captaba la vida alrededor con su Leica (fue el primer fotógrafo que la tuvo, lo que le permitía una versatilidad que no permitían las pesadas cámaras que utilizaban los periodistas).
Su agilidad, su ojo clínico lo convirtieron, además, en un fotógrafo eficiente. De la famosa fotografía de los caballos sobre los que se inclinan milicianos para disparar en la Barcelona del comienzo de la guerra civil solo tomó cuatro imágenes, "y todas son buenas", según Gasca. Con el estallido bélico, llegó a publicar en 80 periódicos del mundo.
La agencia Havas, cuenta Sergi Centelles, fletó un avión para recoger más de doscientas fotos de Centelles. Distribuidas por la agencia, llegaron a medios de Estados Unidos, entre ellos la revista Newsweek , que el 1 de agosto de 1936 publicó en portada esa imagen de los caballos muertos.
(A lo largo de la nave (..), a derecha e izquierda, hay unos cubículos de 70 cm (...), y en cada uno de ellos van colocando dos individuos. El jefe nos comunica que en cada cubículo de éstos, con la paja que suministrarán, deben dormir dos. ¿Podrán dormir dos personas así? ).
Un hombre se cose un botón de la camisa, otros se alinean detrás de una fila de cruces blancas que emergen de tumbas, vario defecan sobre tablones de madera y dejan caer sus deyecciones en cubos... El día a día del campo de Brum comparece en las imágenes de Centelles, que dibujan un espacio de resistencia, en el que caben hasta los gestos cotidianos como el ejercicio: ahí aparecen decenas de hombres elevando sus brazos en formación gimnástica, varios en torno a un cartero aguarda la correspondencia y otros plácidamente tendidos a la orilla de un río dispuestos a tomar un baño. "Los domingos dejaban entrar a la gente pagando... para que pudieran ver cómo vivían los españoles".
(Ahora hay otro sistema para hacer las necesidades. (...) Se trata de un montante de madera con dos pasadizos a una altura de 50 cm del suelo, al que se accede por una escalera de tres peldaños. Entre un pasadizo y otro queda una abertura de 40 cm. En ésta colocan unos depósitos de hierro redondos con unos mangos en la parte superior (...) Un tranvía sin techo ).
Centelles volvió a España y se sometió a un proceso de depuración y ya no volvió a retomar su profesión de fotoperiodista.